Pisitófilos Creditófagos, Mayo 2007

19 mayo 17:35, ppcc dijo:
Para que ustedes se hagan una idea del tamaño de nuestra burbuja crediticia, analizado en términos de déficit por cuenta corriente -deuda externa-, en números redondos:

1) somos el segundo país del mundo que más debe; con el 8% del total; el primero es Estados Unidos, que debe el 65%, pero, ¡ojo!, son los dueños del dólar, moneda de reserva mundial; el tercero es Reino Unido, que, no obstante, debe la mitad que nosotros, teniendo mucha más población y siendo los dueños de la libra esterlina.

2) El 75% de lo que se "debe" en todo el mundo (posiciones deudoras en balanzas por cuenta corriente), lo deben Estados Unidos, Reino Unido, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda, países todos cortados por el mismo patrón en relación con lo que estamos analizando;

3) de lo restante, nosotros debemos, ¡atención!, casi el 30%, que es el triple que Francia y cinco veces lo de Italia, cuyas poblaciones (y sistemas económicos) son muy superiores.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Desde Argentina - Los problemas reales de España

Por: Emilio Ocampo
Economista

El contagio tan temido de la crisis griega ha llegado a la península ibérica. España y Portugal ahora están en el centro de la tormenta. Y de alguna manera su destino no sólo está unido por la geografía. El principal acreedor de Portugal es España.

Aunque su déficit fiscal y su nivel de endeudamiento son mucho menores que los de Grecia, las economías ibéricas comparten con la griega un problema serio: la falta de competitividad. Es decir, su estructura de costos es muy cara. Y en este aspecto, también se parecen a la Argentina en los últimos estertores de la convertibilidad circa 2000-2001. Hay cuatro maneras de resolver la falta de competitividad: una deflación autoimpuesta (que en el caso de España se estima debería ser del orden del 20% o del 30%), la implementación de reformas estructurales para aumentar la productividad del sector privado, la depreciación del euro y la salida de esa moneda. La primera, obviamente va a profundizar la recesión en la que se encuentra la economía española, lo cual a su vez va a agravar el problema del déficit fiscal y de endeudamiento público (que en el caso de España hasta ahora era relativamente manejable, ya que en 2009 ascendió al 55% del PBI).

Recordemos que la economía española no crece, que la tasa de desempleo es del 20% (40% entre la gente joven) y que por primera vez desde que se incorporó al euro ha experimentado una leve deflación. La segunda toma tiempo (a Alemania le tomó casi una década), y tiempo es lo que falta. La tercera está ocurriendo y puede seguir acelerándose. La posibilidad de que el euro llegue a una paridad de 1 a 1 con el dólar a fin de año ya no parece tan disparatada. Pero el principal beneficiario de esta depreciación será Alemania y la relación de costos entre la economía alemana y la española se mantendrá igual. Además la depreciación del euro va a ser el reflejo de la severidad de la crisis europea. La cuarta alternativa, una salida del euro, es la que nadie quiere considerar. La sociedad española va a tener que sufrir mucho más los efectos del ajuste para abandonar un club que le trajo tantos beneficios.

España tiene otro problema muy grave que es el nivel de endeudamiento del sector privado. Y aquí, aunque la raíz del problema es distinta a la de Grecia, el resultado final puede ser parecido. ¿Por qué? Desde su entrada al euro, la economía española experimentó un boom en el sector de la construcción. Este boom se extendió más allá del sector inmobiliario residencial y comercial e incluyó todo tipo de proyectos de infraestructura, tales como autopistas, puentes y ferrocarriles de alta velocidad (AVE). Tal es así que en un momento dado, el 45% de toda la nueva construcción que se realizaba en la Unión Europea tenía lugar en España, cuando su economía sólo representaba el 15% de la economía del continente. La crisis de 2008 puso fin a este boom de manera abrupta. Como el sector de la construcción representaba el 20% de la economía española y era el motor de su crecimiento, la recesión era inevitable. Y como la construcción es intensiva en mano de obra, el desempleo también era inevitable. En estas circunstancias y dada la magnitud de sus otros problemas, es difícil ver cómo España pueda retomar la senda del crecimiento en el corto o el mediano plazo.

Pero esto no es todo. El gran problema es que este boom de la construcción se financió con deuda. Esta deuda asciende según algunas estimaciones a 445.000 millones de euros o casi el 45% del PBI español. Y una gran parte de esta deuda está garantizada por activos inmobiliarios cuyo valor se ha desplomado. Además está denominada en euros y se ajusta a tasa variable. Según algunas estimaciones, no menos del 28% de las viviendas construidas entre 2001 y 2007 están desocupadas y hay casi un millón de nuevas propiedades sin vender. Esto significa que muchas instituciones financieras pronto se encontrarán «contra las sogas» y deberán ser recapitalizadas.

El problema no lo tienen los grandes bancos como Santander y BBVA, cuyas carteras están diversificadas internacionalmente, sino las famosas Cajas, que son instituciones financieras regionales y cuasi públicas. Casi la mitad de sus activos totales, que ascienden a la friolera de 1,8 billón de euros, son préstamos al sector inmobiliario o a desarrolladores. ¿Cuán grande es el agujero de las Cajas? Las estimaciones varían. Según el FMI sería de «sólo» 17.000 millones pero el banco de inversión Morgan Stanley lo estima en casi tres veces esa cifra. Pero estas estimaciones pueden resultar demasiado optimistas ya que asumen pérdidas bastante conservadoras en las carteras de las 44 Cajas actualmente en operaciones. La solución que plantea el Gobierno de Rodríguez Zapatero es la consolidación del sector y para facilitarla creó un fondo especial con un capital inicial de 9.000 millones de euros. Pero hasta ahora los resultados de esta iniciativa han sido magros.

La situación actual en España muestra ciertos paralelos con la crisis de las «Savings & Loans» en Estados Unidos en la década de los 80 que no sólo empujó a la economía norteamericana a una recesión sino que también contribuyó a un aumento del déficit fiscal. En España la inevitable recapitalización de las Cajas en problemas se hará con fondos públicos, lo cual agravará el problema del déficit fiscal y del endeudamiento público insostenibles.